Sebastián tiene 29 años, está soltero y trabaja como empleado ,una tarde de enero miraba televisión después de un día normal de trabajo. Repentinamente, sintió una fuerte sensación de ahogo y mareo. Su corazón empezó a palpitar con tanta fuerza y rapidez que se sintió aterrorizado pensando que se moría de un ataque cardíaco. Sus manos sudaban, su cuerpo temblaba y sentía que se le dormían las piernas.
Su novia llamo al servicio de emergencias. Cuando llego el médico Sebastián ya estaba mejor. El médico lo evaluó y no encontró nada anormal ,entonces le informó que había sufrido un ataque de pánico.
Desde ese momento la vida de Sebastián cambió y ya no era la misma.
Los ataques de pánico se han transformado en un trastorno característico de nuestro tiempo, debido a que la vida actual sirve como un apropiado caldo de cultivo para su desarrollo, que se ve potenciado por un clima general de inseguridad.
Las personas que sufren ataques de pánico señalan que “aparece de golpe “,”sin aviso previo,” no encuentran explicación ni lógica” y aparece “cuando uno no lo espera”. Esto último hace que quien lo padece no pueda establecer ninguna defensa para hacerles frente. Aunque da lugar a sensaciones devastadoras la buena noticia es que no comportan un peligro real para la vida. Como en Sebastián los síntomas más elocuentes son palpitaciones ,dolor en el pecho, sensación de ahogo, miedo morir, terror, vértigo, hormigueos en las manos y pies, ráfagas de calor y escalofríos con sudor. El ataque de pánico se desencadena sin motivo aparente, sin embargo son frecuentes los antecedentes de estrés acumulados en los meses anteriores a la primera crisis, ya sea por ej. mudanzas, divorcios, casamiento, muerte de un ser querido, dificultades económicas, enfermedades.
En general las situaciones anteriores son enfrentadas con eficacia, pero con esfuerzo y un alto costo emocional del que no hay registro. Las crisis pueden aparecer tiempo después cuando muchas veces los problemas ya pasaron, siendo esa la razón por la cual quien lo padece no lo relaciona con algún hecho cercano.
Las personas propensas tienen algunos rasgos comunes de personalidad, necesidad de aprobación y dependencia ,un pensamiento estricto, autoexigente, y con un marcado control de los sentimientos.
Cuando las crisis se repiten el individuo deja de ser el que era antes, se vuelve inseguro, temeroso evita estar solo y en los lugares donde se pueda sentir desamparado y en especial tiene mucho miedo a la repetición de la crisis. Actualmente se considera que el ataque de pánico e un trastorno psicobiológico, es decir, resultado de la interacción de factores psicológicos y neurobiológicos. En quienes lo padecen, el normal sistema de alarma cerebral se encuentra muy hipersensibilizado como consecuencia de la tensión psicológica acumulada. El tratamiento generalmente debe ser integral, cómo siempre depende de cada caso.